viernes, 27 de noviembre de 2009

La educación magistral en el banquillo de los acusados: El método interactivo e inquisidor de enseñanza


TRANSMISIÓN DE CONTENIDOS O CAPACITACIÓN EN DESTREZAS

Aún hoy día, y muy desafortunadamente, en el proceso educativo los docentes se sirven en lo esencial de la enseñanza magistral (tanto en la educación secundaria como en la educación superior y aún en cierta medida en la educación técnica), vale decir, se sirven en lo básico de la exposición académica y docta durante la que detalladamente y a veces rutinariamente se expone la materia elegida, o el tema seleccionado, o el procedimiento sobre el que se desea lograr entrenamiento, etcétera, etcétera.

La falencia, la dificultad de este método educativo en lo que concierne al aprendizaje, estriba en que de una exposición magistral los alumnos no retienen la totalidad de los contenidos transmitidos sino mucho menos, y por otra parte, poco a poco el saber así adquirido se va olvidando, salvo que hayan instancias de refuerzo, establecimiento de analogías y de mnemotecnias, repaso de conceptos y procedimientos, aplicación de los conocimientos adquiridos, o alguna otra acción complementaria relevante.

Aquí vale aplicar analogía o paralelismo con el conocido proverbio del pescador y del pescado.

Si das un pescado a un hambriento le quitas el hambre por un día, más si le enseñas a pescar, le quitas el hambre para toda su vida.

En vez de principalmente transmitir contenidos, conocimientos que a veces hoy día tienen un alto grado de obsolescencia, se debe centrar el proceso educativo en enseñar al alumno a buscar los contenidos más adecuados y actualizados, y entrenarlo en procesar convenientemente esos contenidos y en aplicar luego ese saber. Procediendo de esta forma, no sólo se instruye al alumno y se lo entrena en una determinada materia, sino que fundamentalmente se le enseña a pensar y a analizar y a actuar y a investigar y a estudiar y a convenientemente informarse y a ser creativo. No basta que los alumnos memoricen contenidos, sino que lo que conviene es que aprendan a aprender, y que aprendan a entender los contenidos y sus posibles aplicaciones en una forma profunda y significativa.

El docente, el buen docente, el facilitador educativo, nunca debe olvidar de que lo que aprenden sus alumnos en los laboratorios y durante las clases prácticas, queda mucho mejor internalizado y se olvida mucho más lentamente, que lo que únicamente se transmite en una exposición académica al estilo conferencia docta. Por otra parte, cuando el alumno verifica efectivamente que él puede hacer algo, que él puede resolver un problema, o repetir una experiencia, o estudiar y entender por sí solo, o incluso inducir el aprendizaje del asunto entre manos en otra persona, obtiene por cierto con estas acciones un buen nivel de satisfacción, y se mejora su autoestima, lo que obviamente lo hace sentir orgulloso, y lo incentiva a continuar aprendiendo y a continuar aplicando lo aprendido.

Cuando se trabaja de forma abierta, cuando el docente o facilitador no aplica una rígida agenda de temáticas y de procedimientos y de exposiciones doctas, y/o cuando el docente o facilitador no se restringe a principalmente recomendar una determinada bibliografía o a proporcionar una serie de documentos, sino que crea un ambiente dinámico e interactivo propicio para el aprendizaje y el intercambio horizontal y vertical, los alumnos exploran, analizan, escriben, elaboran resúmenes, describen rutinas y algoritmos con sus propias palabras, establecen procedimientos, preguntan, reiteran lecturas, dudan, sacan conclusiones, y en algunos casos incluso hacen aportes propios y originales.

Un buen facilitador deja cabos sueltos, para que así los propios alumnos investiguen, y busquen mayor información, y llenen lagunas por sí mismos, y también conciban experimentos, y también adquieran experiencia por el fructífero procedimiento de ensayo y error. Así los alumnos aprenden haciendo, y la labor del docente o facilitador se jerarquiza y se agranda, en la medida que inteligentemente sepa bien inducir esta estrategia de enseñanza/aprendizaje.

Y dentro de la batería de posibilidades al alcance del facilitador, se encuentra el uso de métodos en donde se mezclan conceptos básicos, definiciones, recomendaciones, contenidos varios, con preguntas que se dirigen al alumno o a los alumnos sobre lo que anteriormente fue transmitido. Así, el profesor e incluso los propios alumnos podrán verificar si se ha cumplido o no el aprendizaje, pudiendo así tomar en cada caso las acciones correctivas que se consideraran convenientes. A este especial método de enseñanza bien lo podríamos llamar método interactivo inquisidor, pues constantemente y reiteradamente se estarían haciendo preguntas a los alumnos, y así se estaría evaluando la calidad y pertinencia de las respuestas dadas.

Obviamente este método inquisitivo, este aprendizaje inquisitivo, esta constante mezcla de contenidos con preguntas, proporciona muy buenos resultados cuando está convenientemente implementado en computadora a través de un módulo digital educativo a disposición de los distintos alumnos participantes, y hoy día esto no es tan problemático de implementar gracias a las plataformas educativas y a los lenguajes de autor. No obstante ello, el procedimiento referido también puede ser aplicado en la educación presencial, y de hecho lo aplican desde larga data algunos docentes que constantemente están haciendo preguntas a sus alumnos durante el desarrollo del curso, así sustituyendo un monólogo aletargador por una exposición dinámica e interactiva, que constantemente está requiriendo la plena atención y participación del alumnado. Con limitantes el uso de preguntas orientadas al menos a la autoevaluación, también puede implementarse en una publicación de tipo tradicional o convencional, y bien es sabido que este tipo de estructura está presente también desde hace ya varias décadas en muchos libros de texto relativos a historia, geografía, matemática, biología, educación cívica, etcétera.

La utilidad de cumplir un determinado proceso educativo donde se encuentren intercaladas numerosas preguntas o minievaluaciones, es que así reforzamos los conocimientos adquiridos, ponemos de relieve nuestras falencias o nuestros errores de interpretación para así mejor corregirlos, hacemos la experiencia educativa más agradable y amena, y mejor potenciamos nuestras destrezas y lo que se llama el pensamiento inquisidor y crítico. Y luego de cumplido este proceso y de haber adquirido nuevo saber, indudablemente nos manejaremos mejor en nuestro entorno, y allí podremos actuar a veces hasta improvisadamente, tomando decisiones por consideraciones holistas y globales.

Teniendo como punto de mira el enfoque educativo que viene de exponerse, el docente o facilitador hará bien en no exagerar con organizar su curso en forma por demás estructurada y planificada, sino al contrario, convendría allí introducir cierto grado de espontaneidad y de improvisación, pues por lo general así resultan lecciones más agradables y dinámicas, y además esta técnica es propicia para que los alumnos observen de cerca la forma de razonar y de evaluar del profesor, quien así trabaja más con los procesos y los conceptos que con los contenidos, y quien con frecuencia así puede recurrir a los propios alumnos para que le refresquen tal o cual aspecto desarrollado con anterioridad, o tal o cual contenido puntual que pudiera rescatarse de la bibliografía, o tal o cual noticia reciente de interés general.

En realidad, esta técnica que en parte pretende enseñar induciendo a que los propios alumnos razonen y descubran por sí mismos, es por otra parte una formidable herramienta que puede ser usada también en nuestra vida de relación común y corriente, en el ambiente laboral, en el ambiente familiar, en los distintos ambientes sociales. Por ejemplo, si alguien nos pide consejo sobre algo y nosotros creemos tener o vislumbramos la respuesta adecuada, en lugar de dar esa solución en forma resumida y concisa y paternalista, sería más conveniente hacer preguntas y basándose en las respuestas hacer aún más preguntas, y reafirmar conclusiones intermedias que puedan haber surgido en el intercambio, de forma de así ir guiando al propio interesado en la elaboración de la solución final, y/o de forma de así entre ambos ir construyendo las bases de la solución final. De esta manera, cumplido este proceso que probablemente será más rico y lento, tal vez no solamente se retenga una mejor solución final y definitiva, sino que además el mérito de la misma no quedará claro a quien corresponde. En consecuencia, nuestro interlocutor entonces se va a sentir más respaldado y mejor apoyado, porque se reforzará su autoestima, porque se estimulará un sano pensamiento personal, porque se convencerá al propio sujeto que él también puede.

Llegado a este punto de la exposición y si quien lee es un docente con varios años en el ejercicio de esta actividad, convendría que él mismo se hiciera un auto-examen, a efectos de evaluar el tipo de método educativo que aplica regularmente durante sus cursos.

Obviamente no sería por cierto muy infrecuente que se respondiera señalando que el método educativo principalmente aplicado es el de las exposiciones académicas, con evaluaciones bien separadas del proceso educativo principal. Por otra parte, en las evaluaciones generalmente lo que se pretende y evalúa, es que el alumno reproduzca lo más fielmente posible lo dicho por el docente durante el curso, casi como si fuera un loro.

Bueno, si se trata de entrenar en una técnica ya bien establecida y que admite muy pocas variantes, tal vez esta forma de enseñanza no sea del todo inadecuada, pero indudablemente así se prioriza contenidos frente a formación.

¿Qué pasa con los problemas abiertos? ¿Qué pasa con cuestiones centradas en opiniones? ¿Qué pasa con asuntos donde inciden múltiples factores? ¿Qué pasa con métodos que dan resultados magros y que por tanto deberían o podrían ser modernizados?

Allí a lo sumo con esa técnica uno da sus opiniones, a lo sumo administra un debate, y bueno, que luego cada cual se arregle por su lado.

Muy bien, llegado a este punto del análisis, damos término a nuestras elucubraciones y a nuestros señalamientos, en la esperanza que cada docente y cada estudiante tome de aquí lo que más le sirva, y que para redondear, luego complemente con convenientes aportes personales.

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